miércoles, 6 de junio de 2012

10 Algunas consideraciones sobre análisis literario a propósito de Residencia en la tierra de Pablo Neruda

  
  
 









Entrega 10
frf
21-junio-2012


fernando reyes franzani




Algunas consideraciones sobre análisis literario a propósito de Residencia en la tierra.





Amado Alonso señaló, y tuvo y no tuvo razón, que la exégesis, el análisis de lo que se dice en un poema, no es propiamente el análisis literario. Así es para Amado Alonso. Pero, algo que está más allá de Amado Alonso, sí es también parte del análisis literario, ya que sólo detectando sin error lo que se dice en un poema es posible precisar el contenido formado de éste.
  
(Y en Residencia en la tierra, ya solo el qué se dice en los poemas, en su nivel más externo y superficial causa tremendas incertidumbres y dolores de cabeza a los analistas literarios, y ya vimos, por ejemplo, cómo en Galope muerto, no han acertado ni siquiera con ese nivel más externo y aparente. Y Galope muerto no es la excepción es esto).
 
Dámaso Alonso, en cambio, no tiene ninguna dificultad, todo lo contrario, asevera que analizar los contenidos formados es parte, y esencial también, del análisis literario, pero agrega, parte a la cual los analistas literarios le hacen, generalmente, el quite, porque es la parte difícil cuando de la elucidación de los decires mismos se pasa a los contenidos formados, y desde allí, desde la forma interna del poema ser empalma hacia su superficie.
 
Sostiene Dámaso Alonso, los analistas se engolosinan con el análisis de las apariencias, lo que se ve y percibe directamente: ritmo, sonoridades, palabras e imágenes usadas, sintaxis, etc. todo aquello que está directamente en la superficie de lo escrito, el análisis de la forma externa, en su terminología.
 
En cambio a la forma interna, a los contenidos formados se los tiende a dejar de lado, puesto que para acceder a ellos no sólo hay que precisar sin error qué se está diciendo, sino además, por qué se está expresando aquello y por qué de esa manera y no de otra, lo cual avanza sin remedio a tener que precisar la concepción de mundo bajo la cual actúa el hablante, el tipo de hablante que es, su manera de aproximar la realidad que está creando, su manera y el por qué usa el lenguaje del modo en que lo usa, por qué elige las palabras que ha elegido, los ritmos que ha elegido, las sonoridades que ha elegido, por qué usa la sintaxis que usa y no otra; y recién, y es lo más complicado, sólo después de haber abarcado esa totalidad, avanzar hacia la forma externa: los ritmos, las sonoridades, las imágenes, y a lo que ellas en su nivel aparente apuntan en su corroboración y apoyo de la formación de los sentimientos que se han atrapado.
  
Dámaso Alonso sabía de lo que hablaba. Si él no hubiera hecho el análisis de contenido formado de la “Fábula del Polifemo” de Góngora, con casi absoluta seguridad aún no sabríamos qué dice y cómo lo dice ese poema, y cualquiera apreciación sobre esa obra maestra, estaría al menos: mal fundada.
 
Desafortunadamente no fue Dámaso Alonso el que lidió con “Residencia en la tierra” en los inicios.
 
(Dámaso Alonso, al igual que Amado Alonso, centran todo su análisis estilístico directamente en el autor, es al autor al que buscan, ése es su centro para el análisis. Y ya se han dado cuenta, que ese no es el centro de los análisis que aquí se están desplegando: no el autor, sino el hablante; pero desde el ángulo en que aquí se está abordando, es este momento, estas reflexiones, esa diferencia no es sustantiva, aunque sí lo sea, para el desarrollo del análisis en su globalidad, y fundamentales).
 
Al menos con “Residencia en la tierra” el análisis previo de los contenidos formados, de la forma interna estructural, es imperativo, y necesario, y si dejado de lado, muchas cosas de análisis literario tradicional quedan mal aprehendidas, mal desarrolladas, y finalmente afirman cosas que no se sostienen.
 
Por ejemplo: es la exégesis de contenidos la que muestra por qué ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’ está escrita en prosa poética, y no en verso, y por tanto por qué está como más llena de sutilezas para compensar.
 
Es la exégesis de contenidos estructurales la que indica por qué ‘Unidad’ está en cursivas, poema del hablante del hablante, cuando el hablante no es más que pura palabra, ya sin ningún lugar a dudas, es decir cuando más lejos de la realidad del demiurgo; ya está fuera de la <realidad real>, y después adicionalmente se pone fuera de la realidad real residenciaria, y por tanto en situación armónica con un hablante cerrado en sí mismo, completamente solipsisado de una exterioridad que si bien se le presenta en su alrededor, él no toma en cuenta.
 
Del mismo modo es la exégesis la que explica hasta el nombre de ‘Ángela adónica’ y su forma métrica, y su luminosidad; y esa exégesis explica por qué ‘Juntos nosotros’ es a penas eso, un juntos, pero separados, y entonces los versos de arte mayor compensando lo tétrico, deteriorado, casi sórdido del contenido subyacente, oculto, que es: estamos juntos pero nos tendremos que separar porque fugas tiránicas y herencias del humo dan sólo para renacer en otro lado: y eso porque ese juntos nosotros, es un juntos nosotros para nada de convencido, muy al contrario de lo que se ve en la superficie: luminoso, solar, jubiloso, pero adentro, lúgubre, nocturno, amargo: si hasta lo dice: “Qué pura eres ... de noche caída”: es la exégesis estructural la que descubre esos matices, en cambio la lectura de la apariencia ve un solo lado: la superficie.
 
(Esa compensación a través del tipo de verso, igualmente compensa y encubre, y es al mismo modo que en “La tierra baldía” donde la relación del granuja apresurado con la secretaria que no lo desea en ese momento pero acepta la relación sexual para librarse pronto, es cantada en forma de SONETO, forma que la tradición reservaba para lo sublime, elevado, de buen tono).
 
Ya pueden por tanto irse convenciendo que una exégesis estructural es parte significativa, importante, necesaria del análisis literario. Pero obvio que no es todo el análisis literario. Debe considerarse como su puerta de acceso, para que el resto no quede en el aire, o desbarranque.
 
Ahora bien, con poemas no complicados y con libros de poemas que semejen papas al interior de un saco de patatas, realizar el análisis de la forma interna sería usar un martillo neumático para cascar una nuez.
 
En esos casos, aproximando directamente desde la forma externa casi se aborda todo de un viaje. Son mares poco profundos. Y a lo más tienen aguas enturbiadas. Y muchas veces su forma interna es escuálida, insignificante, mezquina, como afirmaba Nietzsche de los poetas: ninguna de sus mejores ideas pasa por ahí. Y agregaba para la apariencia: qué han sabido ellos del ardor de los sonidos;  y por aquella doble exigencia no lograda para con poesía que pretenda ser buena poesía, los sentimientos atrapados son, si algunos, escuálidos. Lo que se dice es directamente lo que se dice, y según Nietzsche: algo de spleen, y no más, hay ahí.
 
Mejor cito directo desde el Zaratustra, una cita que bien reflexionada es un decálogo para con poesía:
 
“Hastiado estoy de los poetas, de los viejos y de los nuevos: superficiales me parecen todos, y mares poco profundos. No han pensado con bastante profundidad: por eso su sentimiento se sumergió hasta llegar al fondo.
 
Un poco de voluptuosidad y otro poco de aburrimiento: ni la mejor de sus reflexiones ha pasado por ahí.
 
Sus arpegios me parecen sólo un soplo, una huida de fantasmas. ¡Qué han sabido ellos del ardor de los sonidos!”
 
Pero no fue así con el “Polifemo” de Góngora. No es así con “Residencia en la tierra”.
 
Esa es la razón por la cual todo el análisis hasta aquí desplegado, en estas entregas, lo ha sido casi exclusivamente orientado en precisar qué dice, en contenidos formados estructurales, “Residencia en la tierra”. Sólo después de dejar esto bien elucidado y fundamentado, se podrá pasar al análisis tradicional de la forma externa de “Residencia en la tierra”, el análisis de su apariencia necesaria, y el análisis literario de su superficie, aquello que pasa casi por análisis literario, único y exclusivo. (Y eso, porque, además, se ha ya, por decenas, abordado directamente el análisis de la superficie aparente de este libro, y se ha concluido cuestiones que no se sostienen: un cambio de perspectivas se imponía, era ineludible).
 
 
Entonces lo prometido al final del apartado 9:
 
 
¿Qué es un poema? Lo único que nos puede ayudar aquí es una aproximación que no presuponga que ya sabemos qué es lo poético. Y por lo tanto, es una aproximación operativa, de mostrar y delimitar el campo:
 
Poema es todo discurso en palabras que su autor y sus lectores, el primero entregue, y los segundos obtengan, a, desde, los entes sociales de difusión de poesía, y donde se lo designe por poesía. Dos consecuencias: no escrito en palabras: no es poesía; no publicado y recibido como poesía: no es poesía. Poesía que nadie ha escrito o dicho: no es poesía; poesía que no se ha escuchado o leído, no es poesía. No existe. Y aquellas cosas van simultáneas.
 
El que sea poesía no nos dice nada de nada, acerca de si es excelente, buena, mediocre, mala o pésima; ni sobre si permanecerá como poesía, o finalmente desaparecerá, aún en un papel archivado por ahí que será su nacimiento y tumba, o desaparecerá con aquellos que la escucharon una vez, pero ya más nadie repitió.
 
El que sea poesía, no nos dice nada sobre si atrapa o no lo poético.
 
Esta aproximación, la única valedera, nos permite ubicar ejemplos de poesía sin pre juzgar su valor.
 
Dónde la encontraremos: en libros de poesía, en revistas de poesía, en la internet en grupos de difusión de poesía, en revistas electrónicas de poesía, en hojas volantes impresas, en Facebook en grupos de poesía y en otras redes sociales y sus propios grupos. En las bibliotecas, en los anales bien empastados de autores que ya nadie lee, en tradiciones orales, en los diarios, en los suplementos literarios, en artículos de análisis literario que citan textos y dicen que son de poesía, en antologías, en libros de autor, en reediciones, en encuentros en cafés, bibliotecas, librerías, plazas, donde un autor recita poemas suyos, o un recitador lo hace, y público se ha congregado a escuchar.
 
Todos aquellos son los entes sociales de existencia de la poesía.
 
Demos un salto brusco y hablemos aunque sea superficialmente sobre los elementos que componen un poema y qué es lo que pretende a través de esos elementos, y que si logra, lo pretendido, atrapa lo poético.
 
En un poema se llevan al unísono muchas cosas a la vez, que pasan a ser sus elementos constitutivos. Elementos que un poeta seguro de su oficio trata con toda intencionalidad. (Elementos que, si un principiante siquiera logra reconocer y distinguir, lo llevarán a avanzar más rápidamente en el dominio del oficio):
 
Después de mucho reflexionar sobre estas materias he llegado a la conclusión que esos elementos que deben ser tratados al unísono son diez, y que en torno a ellos, se juega la profundización de qué es poesía, no sólo dónde la encontramos, sino además qué es en su ser íntimo, y desde allí, avanzar a precisar qué es lo poético.
 
Con poesía ha pasado lo mismo que con los números: miles y miles de años hace que la humanidad comenzó a usar los números y los usaba, a los números sin saber qué eran, salvo que muy útiles. Sólo a comienzos del siglo XX Russell vino por primera vez a precisar, para la humanidad, qué son los números en Principia Matemática.
 
Igual con la poesía: miles y miles de años que la humanidad ha producido poesía sin saber qué es, salvo que muy atractiva, muy útil, muy hermosa, muy algo que vale la pena. (Como con los números). Recién en el siglo XX se ha comenzado a precisar qué es poesía. Mucho se ha avanzado; y es posible que un Russell en esta materia aún no haya aparecido, pero ya se están dando las condiciones sociales para ello.
 
Así que lo que viene a continuación es una aproximación personal desde lecturas y reflexiones sin indicar las fuentes, que son muchas.
 
En un poema los elementos a considerar y llevar de modo interrelacionado son los siguientes, todos ellos al interior del poema:
 
  
  

Elementos constitutivos de un poema
 
  
 
01 El listado de palabras que se usan. Las palabras usadas.
 
02 El decir que se dice con esas palabras.
 
03 La sintaxis con que esas palabras se despliegan.
 
04 El ritmo en que se despliegan esas palabras.
 
05 La sonoridad que se atrapa con esas palabras.
 
06 La espacialización en que se presentan esas palabras.
 
07 La imaginación que se despliega a través de esas palabras.
 
08 Los sentimientos que se atrapan con esas palabras.
 
09 La composición que se arma con esas palabras.
 
10 El enunciante emisor de esas palabras y su manera de enunciarlas.
 
 
Atrapado al interior de ese conjunto de 10 elementos hay una visión de mundo del hablante, una atmósfera sentimental emocional sugerida, y un despliegue imaginativo en acción.
 
Esos diez elementos en un poema se llevan de modo interrelacionado y se mutuamente condicionan, soportan, tensionan, coordinan, apoyan, oponen, llaman, rechazan, atraen. Dependiendo del poema, tipo de poema, algunos serán más importantes que otros, serán los dominantes, y no siempre los mismos, pero todos existirán.
 
Si uno los mira, seguro que concluirá: vaya, pero si eso es lo mismo con todo decir, escrito o no de cierta dimensión. Y es cierto. Y eso es así porque poesía es un decir en palabras, por tanto tiene de común lo que es parte de todo decir en palabras. Pero no todo decir en palabras es poesía.
 
Y entonces dónde está lo propio?
 
En la manera en que esos 10 elementos se usan.
 
Ya se dijo, que es un llevar interrelacionado del conjunto, pero eso es también propio de la filosofía por ejemplo. (O de los textos religiosos, algunos de los cuales sólo se diferencian de textos de poesía, en que al texto religioso se lo “cree”, en cambio a la poesía no se la cree. Esto de creer o no creer es a veces la única distinción).
 
A diferencia de otros discursos en palabras éste, el de la poesía, es uno que si bien tiene, como todo discurso en palabras, un referente externo, y ello por el solo hecho de que se usen palabras, su referente externo no es lo que lo determina, no es el objetivo del ese discurso, ni es por lo cual se evaluará el resultado.
 
Ese es un primer elemento de lo poético: el referente de un poema, lo que lo determina, su objetivo, desde donde se lo evaluará, es interno al poema, se lo construye con las mismas palabras en que se despliegan los 10 elementos. No son las palabras mismas el referente interno, es lo que dicen y cómo lo dicen esas palabras, donde está asomado el referente interno construido en el mismo poema que lo soporta y forma y se soporta y forma en él. En esto un poema es autoreferente o fracasa.
 
Pero eso no es propio solo de la poesía… Sí, no es propio solo de la poesía. Aquello lo es de toda la literatura.
 
Guácala, dirá una amiga culta de la pobla: con lo raro que es aquello aún no distingue la poesía de otros estancos a los cuales ella y ellos pertenecen… no la distingue del cuento, ni de la novela, ni del teatro, por ejemplo. Y así es.
 
Todos poseen en común que con palabras construyen mundo en palabras cuyo referente está al interior de ese mundo construido en palabras. (Obvio, como se lo hace en palabras, de todos modos, el mundo exterior queda apuntado).
 
Lo que distingue a la poesía del resto de la literatura, es algo que el resto de la literatura, también trata y logra, pero entre otras cosas, en cambio en poesía es lo único que pretende atrapar y lograr un poema, un texto de poesía, con exclusión de importancia hacia esas otras cosas, no de existencia, sino de importancia:
 
En poesía lo único importante al crear ese mundo en palabras, es atrapar la atmósfera emotiva imaginativa racional ( y no aleguen: dentro de lo racional también se comprende lo irracional) de ese mundo que se está creando a través de decires concretos que no apunten directamente a decir de modo explícito el mundo emotivo imaginativo racional-irracional que se está desplegando. Es por tanto un decir de tercer grado. No dice lo que dice de modo directo, lo dice de modo indirecto, por medio de imágenes concretas, tampoco es el objetivo mismo; más bien: esas imágenes apuntan finalmente a sentimientos y atmósferas imaginativo emocional irracionales-racionales que no se explicitan de modo directo. Eso es poesía bien encaminada.
 
En cambio en el resto de la literatura, si bien aquello también es un objetivo, indudablemente, y por ello es que lo poético está en al núcleo común aglutinador de la literatura, esos otros haceres en palabras, también poseen otros objetivos fundamentales que diferencian y adicionan: se cuenta algo, ya sea a lo largo del tiempo y con muchos personajes y ambientes, como en la novela; o a través del diálogo de personajes como en el teatro; o, como en el cuento, centran en un solo hecho, o anécdota, o circunstancia, sorpresa, o elemento que se despliega en su esencialidad.
 
En poesía a la verdad es que no se narra nada, aunque pueda haber mucha historieta debajo, mucha anécdota debajo, o ninguna, todas no serían, o su ausencia, más que esa forma indirecta de decir algo para que se entienda lo de más allá y se atrape lo otro que se trata con mucha intencionalidad de que no quede en la superficie misma pero igual se lo atrape.
 
Ya ven que para avanzar a hechos tan importantes y significativos para qué es la poesía, no hemos tenido que hablar para nada de nada, si se la escribe en verso o en prosa poética, de si se usa rima o no se usa rima, de si las líneas versales son métricas o libres, regulares o irregulares, de si se espacializa según exigencias de la tradición, o se inventa para cada poema una espacialización adecuada. Todas estas últimas cuestiones no son más que de la artesanía de lo poético. Importantes, sí, pero no van a su esencia. Ni tampoco hemos tenido que hacer uso de las figuras retóricas del idioma. Lo cual también cabe dentro de la artesanía.
 
La propia práctica de la poesía, de los que escriben poesía, nos ha liberado de aquello. Hubo una época en que se podía definir poesía como aquel decir en palabras que se decían en verso: YA NO. (Y todavía menos si se agrega que debe ser verso métrico y rimado).
 
Hubo una época cuando se decía que poesía era un decir en palabras que decían por medio de metáforas, o por medio de metonimias: YA NO. O un decir que decía por medio de enfatizaciones emocionales, por medio de la connotación: YA NO.
 
Poesía es un decir en palabras por medio de esos 10 elementos mencionados que apunta a lo que ya se explicitó. (Y es una lata repetirlo). Pero, como lo apuntado a lograr es tan sutil, tan etéreo, tan poco común del uso del lenguaje, entonces es que se hace tan importante, el uso intencionado del ritmo, las sonoridades, la sintaxis, la espacialización, las palabras, los decires, los hablantes, dispuestos a lograr una composición imaginativa-emocional-racional-irracional, de manera tal que el mundo que se pretende crear referido a ese mismo mundo expresado en esas mismas palabras, de verdad se lo atrape y forme. Todo se puede ir al suelo por ritmos inadecuados que no vayan con el resto, o por sonoridades que no contribuyan a enfatizar los mismos decires, o espacializaciones torpes y desaliñadas, o sintaxis usada de modo inadecuado a la totalidad de los decires, o hablantes que no se conforman con lo que se está diciendo, o formas de hablar de esos hablantes inadecuadas a esos decires y atmósfera que se pretende atrapar.
 
Todo lo anterior se lo maneja y se lo produce en poesía, y entonces ¿qué es lo poético? Es algo que no se produce. Producir no es más que un cambio de forma. Lo poético no es un acto de producción, no es una transformación de algo que ya existía a una nueva forma. Nada de eso.
 
Lo poético surge del encuentro de esas palabras del poema con un lector, momento en el cual surge ese mundo que previamente no existía, y que se valida en las palabras mismas que se están leyendo.
 
Lo poético es un acto de creación. No sólo se atrapa algo, se crea una resultante emocional-imaginativa-racional-irracional.
 
El poeta apunta a eso. Pero si lo obtiene o no, o es para él decidirlo: es para los demás. Mientras permanezca solo en él, no existe nada nuevo, nada creado, con soporte material sí, pero nada que haya surgido donde antes no había.  Y ese surgimiento, cuando surge, proviene de las palabras mismas que fueron usadas en ese poema, y sólo se lo puede re atrapar, leyendo otra vez ese poema, esas mismas palabras, o es un galope muerto.
 
La crítica literaria es solo una ayuda de buen vecino a la lectura. O es nada.
 
Los que hayan leído a Marx en el tomo I de El Capital, y lo hayan entendido, podrán entender también, sin problemas, esto de producción y creación: hay un proceso de trabajo de transformación de materias, en la producción, y hay un proceso de producción de valor, en la forma mercantil de la relaciones humanas en la producción, y hay allí subsumido, en las forma mercantil capitalista, un proceso de creación de plusvalía.
 
Hay un proceso de producción y control de comunicaciones para con los demás o para con uno mismo cuando usamos las palabras, y hay un proceso de creación de lo poético cuando las usamos en ciframiento poético si es que se lo ha logrado.
 
¿Cuál es la diferencia?
 
Sólo de cantidad. La creación de plusvalía en la sociedad capitalista moderna, bajo formas políticas democráticas de diferentes tipos o formas no democráticas, es un hecho diario, cotidiano, esencial, y oculto, que rige y comanda todo el sistema de producción moderno.
 
En cambio la creación de lo poético es un hecho no cotidiano, relativamente escaso, no esencial, pero también oculto, (a pesar de los miles y miles de textos literarios que se producen), que no rige ni comanda nada, superfluo pero significativo: de una manera distinta que en el caso anterior, el ser humano moderno poco a poco va con lo poético emergiendo de su pasado de tinieblas.
 
La creación de lo poético está del lado del arte, la producción de los textos está del lado de la artesanía.
 
Y ya podemos vislumbrar cómo se puede atrapar lo poético aún en decires en palabras que ni siquiera son poesía: en novela, en cuento, en teatro; y en algunos que ni siquiera se dijeron como literatura. Así como hay mucha poesía simplemente destinada al matadero.
 
En “Residencia en la tierra” Neruda fue eximio en el manejo de las palabras, en la producción de los textos, y fue un creador de un mundo nuevo extraordinario en palabras, el mundo residenciario, y las atmósferas emocionales sentimentales imaginativas racionales e irracionales atrapadas son tantas y tan variadas en los distintos momentos de las residencias, que tal vez por eso se necesita una ayuda para mejor percibirlas; o toda ayuda es bien recibida. Y recuérdese: aquí tratamos del texto literario, y no de la vida de Neruda.
 
Y entonces diré lo prometido, para lo cual todo ese adendum anterior:
 
En estas entregas casi se hablará solamente del contenido formado en “Residencia en la tierra”, y no mucho de todo lo demás. Por cinco razones:
 
1.- No hay tiempo. Hacerlo todo para con un solo poema residenciario puede llevar de cien a cuatrocientas páginas, según el poema de que se trate.
 
2.- Es el análisis de contenido formado, sobre todo al tratar “Residencia en la tierra” el que ha sido absolutamente deficiente hasta ahora, por lo cual los otros análisis también dejan mucho que desear.
 
3.- Esclareciendo el contenido formado, ya muchos otros analistas podrán continuar con la tarea.
 
4.- A quién de verdad se pretende ayudar es al lector común y corriente, que tiene poco tiempo, no es especialista, y siempre una ayuda sincera la recibirá como regalo de pascua, sobre textos cuyas formas de decir son complejas y siguen siendo un excepción en poesía castellana.
 
5.- Como el análisis del contenido formado de “Residencia en la tierra” ha sido lo más mal tratado de todo hasta el momento, ya va siendo hora que a nuestro poeta mayor y a su obra mayor, la tratemos con más cariño y simpatía, y avancemos en ella, que ya han pasado casi 80 años que fue publicada en su totalidad.
 
  
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Décima entrega
21-junio-2012
 
  
 
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