Entrega 10
frf21-junio-2012
fernando reyes franzani
Algunas consideraciones sobre análisis literario a
propósito de Residencia en la tierra.
Amado Alonso señaló, y tuvo y no tuvo razón, que la exégesis, el análisis
de lo que se dice en un poema, no es propiamente el análisis literario. Así es
para Amado Alonso. Pero, algo que está más allá de Amado Alonso, sí es también
parte del análisis literario, ya que sólo detectando sin error lo que se dice
en un poema es posible precisar el contenido formado de éste.
(Y en Residencia en la tierra, ya solo el qué se dice en los poemas, en
su nivel más externo y superficial causa tremendas incertidumbres y dolores de
cabeza a los analistas literarios, y ya vimos, por ejemplo, cómo en Galope
muerto, no han acertado ni siquiera con ese nivel más externo y aparente. Y
Galope muerto no es la excepción es esto).
Dámaso Alonso, en cambio, no tiene ninguna dificultad, todo lo
contrario, asevera que analizar los contenidos formados es parte, y esencial
también, del análisis literario, pero agrega, parte a la cual los analistas
literarios le hacen, generalmente, el quite, porque es la parte difícil cuando
de la elucidación de los decires mismos se pasa a los contenidos formados, y
desde allí, desde la forma interna del poema ser empalma hacia su superficie.
Sostiene Dámaso Alonso, los analistas se engolosinan con el análisis de
las apariencias, lo que se ve y percibe directamente: ritmo, sonoridades,
palabras e imágenes usadas, sintaxis, etc. todo aquello que está directamente
en la superficie de lo escrito, el análisis de la forma externa, en su
terminología.
En cambio a la forma interna, a los contenidos formados se los tiende a
dejar de lado, puesto que para acceder a ellos no sólo hay que precisar sin
error qué se está diciendo, sino además, por qué se está expresando aquello y
por qué de esa manera y no de otra, lo cual avanza sin remedio a tener que
precisar la concepción de mundo bajo la cual actúa el hablante, el tipo de
hablante que es, su manera de aproximar la realidad que está creando, su manera
y el por qué usa el lenguaje del modo en que lo usa, por qué elige las palabras
que ha elegido, los ritmos que ha elegido, las sonoridades que ha elegido, por
qué usa la sintaxis que usa y no otra; y recién, y es lo más complicado, sólo
después de haber abarcado esa totalidad, avanzar hacia la forma externa: los
ritmos, las sonoridades, las imágenes, y a lo que ellas en su nivel aparente apuntan
en su corroboración y apoyo de la formación de los sentimientos que se han
atrapado.
Dámaso Alonso sabía de lo que hablaba. Si él no hubiera hecho el análisis
de contenido formado de la “Fábula del Polifemo” de Góngora, con casi absoluta
seguridad aún no sabríamos qué dice y cómo lo dice ese poema, y cualquiera
apreciación sobre esa obra maestra, estaría al menos: mal fundada.
Desafortunadamente no fue Dámaso Alonso el que lidió con “Residencia en
la tierra” en los inicios.
(Dámaso Alonso, al igual que Amado Alonso, centran todo su análisis
estilístico directamente en el autor, es al autor al que buscan, ése es su
centro para el análisis. Y ya se han dado cuenta, que ese no es el centro de
los análisis que aquí se están desplegando: no el autor, sino el hablante; pero
desde el ángulo en que aquí se está abordando, es este momento, estas
reflexiones, esa diferencia no es sustantiva, aunque sí lo sea, para el
desarrollo del análisis en su globalidad, y fundamentales).
Al menos con “Residencia en la tierra” el análisis previo de los
contenidos formados, de la forma interna estructural, es imperativo, y
necesario, y si dejado de lado, muchas cosas de análisis literario tradicional
quedan mal aprehendidas, mal desarrolladas, y finalmente afirman cosas que no
se sostienen.
Por ejemplo: es la exégesis de contenidos la que muestra por qué ‘LA NOCHE
DEL SOLDADO’ está escrita en prosa poética, y no en verso, y por tanto por qué
está como más llena de sutilezas para compensar.
Es la exégesis de contenidos estructurales la que indica por qué ‘Unidad’ está en cursivas, poema del hablante del
hablante, cuando el hablante no es más
que pura palabra, ya sin ningún lugar a dudas, es decir cuando más lejos de la
realidad del demiurgo; ya está fuera de la <realidad real>, y después
adicionalmente se pone fuera de la realidad real residenciaria, y por tanto en
situación armónica con un hablante cerrado en sí mismo, completamente
solipsisado de una exterioridad que si bien se le presenta en su alrededor, él
no toma en cuenta.
Del mismo modo es la exégesis la que explica hasta el nombre de ‘Ángela
adónica’ y su forma métrica, y su luminosidad; y esa exégesis explica por qué
‘Juntos nosotros’ es a penas eso, un juntos, pero separados, y entonces los
versos de arte mayor compensando lo tétrico, deteriorado, casi sórdido del
contenido subyacente, oculto, que es: estamos juntos pero nos tendremos que
separar porque fugas tiránicas y herencias del humo dan sólo para renacer en
otro lado: y eso porque ese juntos nosotros, es un juntos nosotros para nada de
convencido, muy al contrario de lo que se ve en la superficie: luminoso, solar,
jubiloso, pero adentro, lúgubre, nocturno, amargo: si hasta lo dice: “Qué pura
eres ... de noche caída”: es la exégesis estructural la que descubre esos
matices, en cambio la lectura de la apariencia ve un solo lado: la superficie.
(Esa compensación a través del tipo de verso, igualmente compensa y
encubre, y es al mismo modo que en “La tierra baldía” donde la relación del
granuja apresurado con la secretaria que no lo desea en ese momento pero acepta
la relación sexual para librarse pronto, es cantada en forma de SONETO, forma
que la tradición reservaba para lo sublime, elevado, de buen tono).
Ya pueden por tanto irse convenciendo que una exégesis estructural es
parte significativa, importante, necesaria del análisis literario. Pero obvio
que no es todo el análisis literario. Debe considerarse como su puerta de
acceso, para que el resto no quede en el aire, o desbarranque.
Ahora bien, con poemas no complicados y con libros de poemas que semejen
papas al interior de un saco de patatas, realizar el análisis de la forma
interna sería usar un martillo neumático para cascar una nuez.
En esos casos, aproximando directamente desde la forma externa casi se
aborda todo de un viaje. Son mares poco profundos. Y a lo más tienen aguas
enturbiadas. Y muchas veces su forma interna es escuálida, insignificante,
mezquina, como afirmaba Nietzsche de los poetas: ninguna de sus mejores ideas
pasa por ahí. Y agregaba para la apariencia: qué han sabido ellos del ardor de
los sonidos; y por aquella doble
exigencia no lograda para con poesía que pretenda ser buena poesía, los
sentimientos atrapados son, si algunos, escuálidos. Lo que se dice es
directamente lo que se dice, y según Nietzsche: algo de spleen, y no más, hay
ahí.
Mejor cito directo desde el Zaratustra, una cita que bien reflexionada
es un decálogo para con poesía:
“Hastiado estoy de los poetas, de los viejos y de los nuevos:
superficiales me parecen todos, y mares poco profundos. No han pensado con
bastante profundidad: por eso su sentimiento se sumergió hasta llegar al fondo.
Un poco de voluptuosidad y otro poco de aburrimiento: ni la mejor de
sus reflexiones ha pasado por ahí.
Sus arpegios me parecen sólo un soplo, una huida de fantasmas. ¡Qué han
sabido ellos del ardor de los sonidos!”
Pero no fue así con el “Polifemo” de Góngora. No es así con “Residencia
en la tierra”.
Esa es la razón por la cual todo el análisis hasta aquí desplegado, en
estas entregas, lo ha sido casi exclusivamente orientado en precisar qué dice,
en contenidos formados estructurales, “Residencia en la tierra”. Sólo después
de dejar esto bien elucidado y fundamentado, se podrá pasar al análisis
tradicional de la forma externa de “Residencia en la tierra”, el análisis de su
apariencia necesaria, y el análisis literario de su superficie, aquello que
pasa casi por análisis literario, único y exclusivo. (Y eso, porque, además, se
ha ya, por decenas, abordado directamente el análisis de la superficie aparente
de este libro, y se ha concluido cuestiones que no se sostienen: un cambio de
perspectivas se imponía, era ineludible).
Entonces lo prometido al final del apartado 9:
¿Qué es un poema? Lo único que nos puede ayudar aquí es una
aproximación que no presuponga que ya sabemos qué es lo poético. Y por lo
tanto, es una aproximación operativa, de mostrar y delimitar el campo:
Poema es todo discurso en palabras que su autor y sus lectores, el
primero entregue, y los segundos obtengan, a, desde, los entes sociales de
difusión de poesía, y donde se lo designe por poesía. Dos consecuencias: no
escrito en palabras: no es poesía; no publicado y recibido como poesía: no es
poesía. Poesía que nadie ha escrito o dicho: no es poesía; poesía que no se ha
escuchado o leído, no es poesía. No existe. Y aquellas cosas van simultáneas.
El que sea poesía no nos dice nada de nada, acerca de si es excelente,
buena, mediocre, mala o pésima; ni sobre si permanecerá como poesía, o
finalmente desaparecerá, aún en un papel archivado por ahí que será su
nacimiento y tumba, o desaparecerá con aquellos que la escucharon una vez, pero
ya más nadie repitió.
El que sea poesía, no nos dice nada sobre si atrapa o no lo poético.
Esta aproximación, la única valedera, nos permite ubicar ejemplos de
poesía sin pre juzgar su valor.
Dónde la encontraremos: en libros de poesía, en revistas de poesía, en
la internet en grupos de difusión de poesía, en revistas electrónicas de
poesía, en hojas volantes impresas, en Facebook en grupos de poesía y en otras
redes sociales y sus propios grupos. En las bibliotecas, en los anales bien
empastados de autores que ya nadie lee, en tradiciones orales, en los diarios,
en los suplementos literarios, en artículos de análisis literario que citan
textos y dicen que son de poesía, en antologías, en libros de autor, en
reediciones, en encuentros en cafés, bibliotecas, librerías, plazas, donde un
autor recita poemas suyos, o un recitador lo hace, y público se ha congregado a
escuchar.
Todos aquellos son los entes sociales de existencia de la poesía.
Demos un salto brusco y hablemos aunque sea superficialmente sobre los
elementos que componen un poema y qué es lo que pretende a través de esos
elementos, y que si logra, lo pretendido, atrapa lo poético.
En un poema se llevan al unísono muchas cosas a la vez, que pasan a ser
sus elementos constitutivos. Elementos que un poeta seguro de su oficio trata
con toda intencionalidad. (Elementos que, si un principiante siquiera logra
reconocer y distinguir, lo llevarán a avanzar más rápidamente en el dominio del
oficio):
Después de mucho reflexionar sobre estas materias he llegado a la
conclusión que esos elementos que deben ser tratados al unísono son diez, y que
en torno a ellos, se juega la profundización de qué es poesía, no sólo dónde la
encontramos, sino además qué es en su ser íntimo, y desde allí, avanzar a
precisar qué es lo poético.
Con poesía ha pasado lo mismo que con los números: miles y miles de años
hace que la humanidad comenzó a usar los números y los usaba, a los números sin
saber qué eran, salvo que muy útiles. Sólo a comienzos del siglo XX Russell
vino por primera vez a precisar, para la humanidad, qué son los números en
Principia Matemática.
Igual con la poesía: miles y miles de años que la humanidad ha
producido poesía sin saber qué es, salvo que muy atractiva, muy útil, muy
hermosa, muy algo que vale la pena. (Como con los números). Recién en el siglo
XX se ha comenzado a precisar qué es poesía. Mucho se ha avanzado; y es posible
que un Russell en esta materia aún no haya aparecido, pero ya se están dando
las condiciones sociales para ello.
Así que lo que viene a continuación es una aproximación personal desde
lecturas y reflexiones sin indicar las fuentes, que son muchas.
En un poema los elementos a considerar y llevar de modo
interrelacionado son los siguientes, todos ellos al interior del poema:
Elementos constitutivos de un poema
01 El listado de palabras que se usan. Las palabras usadas.
02 El decir que se dice con esas palabras.
03 La sintaxis con que esas palabras se despliegan.
04 El ritmo en que se despliegan esas palabras.
05 La sonoridad que se atrapa con esas palabras.
06 La espacialización en que se presentan esas palabras.
07 La imaginación que se despliega a través de esas palabras.
08 Los sentimientos que se atrapan con esas palabras.
09 La composición que se arma con esas palabras.
10 El enunciante emisor de esas palabras y su manera de enunciarlas.
Atrapado al interior de ese conjunto de 10 elementos hay una visión de
mundo del hablante, una atmósfera sentimental emocional sugerida, y un
despliegue imaginativo en acción.
Esos diez elementos en un poema se llevan de modo interrelacionado y se
mutuamente condicionan, soportan, tensionan, coordinan, apoyan, oponen, llaman,
rechazan, atraen. Dependiendo del poema, tipo de poema, algunos serán más
importantes que otros, serán los dominantes, y no siempre los mismos, pero
todos existirán.
Si uno los mira, seguro que concluirá: vaya, pero si eso es lo mismo
con todo decir, escrito o no de cierta dimensión. Y es cierto. Y eso es así
porque poesía es un decir en palabras, por tanto tiene de común lo que es parte
de todo decir en palabras. Pero no todo decir en palabras es poesía.
Y entonces dónde está lo propio?
En la manera en que esos 10 elementos se usan.
Ya se dijo, que es un llevar interrelacionado del conjunto, pero eso es
también propio de la filosofía por ejemplo. (O de los textos religiosos, algunos
de los cuales sólo se diferencian de textos de poesía, en que al texto religioso
se lo “cree”, en cambio a la poesía no se la cree. Esto de creer o no creer es
a veces la única distinción).
A diferencia de otros discursos en palabras éste, el de la poesía, es
uno que si bien tiene, como todo discurso en palabras, un referente externo, y
ello por el solo hecho de que se usen palabras, su referente externo no es lo
que lo determina, no es el objetivo del ese discurso, ni es por lo cual se
evaluará el resultado.
Ese es un primer elemento de lo poético: el referente de un poema, lo
que lo determina, su objetivo, desde donde se lo evaluará, es interno al poema,
se lo construye con las mismas palabras en que se despliegan los 10 elementos.
No son las palabras mismas el referente interno, es lo que dicen y cómo lo
dicen esas palabras, donde está asomado el referente interno construido en el
mismo poema que lo soporta y forma y se soporta y forma en él. En esto un poema
es autoreferente o fracasa.
Pero eso no es propio solo de la poesía… Sí, no es propio solo de la
poesía. Aquello lo es de toda la literatura.
Guácala, dirá una amiga culta de la pobla: con lo raro que es aquello
aún no distingue la poesía de otros estancos a los cuales ella y ellos pertenecen…
no la distingue del cuento, ni de la novela, ni del teatro, por ejemplo. Y así
es.
Todos poseen en común que con palabras construyen mundo en palabras
cuyo referente está al interior de ese mundo construido en palabras. (Obvio,
como se lo hace en palabras, de todos modos, el mundo exterior queda apuntado).
Lo que distingue a la poesía del resto de la literatura, es algo que el
resto de la literatura, también trata y logra, pero entre otras cosas, en
cambio en poesía es lo único que pretende atrapar y lograr un poema, un texto
de poesía, con exclusión de importancia hacia esas otras cosas, no de
existencia, sino de importancia:
En poesía lo único importante al crear ese mundo en palabras, es
atrapar la atmósfera emotiva imaginativa racional ( y no aleguen: dentro de lo
racional también se comprende lo irracional) de ese mundo que se está creando a
través de decires concretos que no apunten directamente a decir de modo
explícito el mundo emotivo imaginativo racional-irracional que se está
desplegando. Es por tanto un decir de tercer grado. No dice lo que dice de modo
directo, lo dice de modo indirecto, por medio de imágenes concretas, tampoco es
el objetivo mismo; más bien: esas imágenes apuntan finalmente a sentimientos y atmósferas
imaginativo emocional irracionales-racionales que no se explicitan de modo
directo. Eso es poesía bien encaminada.
En cambio en el resto de la literatura, si bien aquello también es un
objetivo, indudablemente, y por ello es que lo poético está en al núcleo común
aglutinador de la literatura, esos otros haceres en palabras, también poseen otros
objetivos fundamentales que diferencian y adicionan: se cuenta algo, ya sea a
lo largo del tiempo y con muchos personajes y ambientes, como en la novela; o a
través del diálogo de personajes como en el teatro; o, como en el cuento,
centran en un solo hecho, o anécdota, o circunstancia, sorpresa, o elemento que
se despliega en su esencialidad.
En poesía a la verdad es que no se narra nada, aunque pueda haber mucha
historieta debajo, mucha anécdota debajo, o ninguna, todas no serían, o su
ausencia, más que esa forma indirecta de decir algo para que se entienda lo de
más allá y se atrape lo otro que se trata con mucha intencionalidad de que no
quede en la superficie misma pero igual se lo atrape.
Ya ven que para avanzar a hechos tan importantes y significativos para
qué es la poesía, no hemos tenido que hablar para nada de nada, si se la
escribe en verso o en prosa poética, de si se usa rima o no se usa rima, de si
las líneas versales son métricas o libres, regulares o irregulares, de si se espacializa
según exigencias de la tradición, o se inventa para cada poema una
espacialización adecuada. Todas estas últimas cuestiones no son más que de la
artesanía de lo poético. Importantes, sí, pero no van a su esencia. Ni tampoco
hemos tenido que hacer uso de las figuras retóricas del idioma. Lo cual también
cabe dentro de la artesanía.
La propia práctica de la poesía, de los que escriben poesía, nos ha
liberado de aquello. Hubo una época en que se podía definir poesía como aquel
decir en palabras que se decían en verso: YA NO. (Y todavía menos si se agrega
que debe ser verso métrico y rimado).
Hubo una época cuando se decía que poesía era un decir en palabras que
decían por medio de metáforas, o por medio de metonimias: YA NO. O un decir que
decía por medio de enfatizaciones emocionales, por medio de la connotación: YA
NO.
Poesía es un decir en palabras por medio de esos 10 elementos
mencionados que apunta a lo que ya se explicitó. (Y es una lata repetirlo).
Pero, como lo apuntado a lograr es tan sutil, tan etéreo, tan poco común del
uso del lenguaje, entonces es que se hace tan importante, el uso intencionado del
ritmo, las sonoridades, la sintaxis, la espacialización, las palabras, los decires,
los hablantes, dispuestos a lograr una composición imaginativa-emocional-racional-irracional,
de manera tal que el mundo que se pretende crear referido a ese mismo mundo
expresado en esas mismas palabras, de verdad se lo atrape y forme. Todo se
puede ir al suelo por ritmos inadecuados que no vayan con el resto, o por
sonoridades que no contribuyan a enfatizar los mismos decires, o espacializaciones
torpes y desaliñadas, o sintaxis usada de modo inadecuado a la totalidad de los
decires, o hablantes que no se conforman con lo que se está diciendo, o formas
de hablar de esos hablantes inadecuadas a esos decires y atmósfera que se
pretende atrapar.
Todo lo anterior se lo maneja y se lo produce en poesía, y entonces ¿qué
es lo poético? Es algo que no se produce. Producir no es más que un cambio de
forma. Lo poético no es un acto de producción, no es una transformación de algo
que ya existía a una nueva forma. Nada de eso.
Lo poético surge del encuentro de esas palabras del poema con un
lector, momento en el cual surge ese mundo que previamente no existía, y que se
valida en las palabras mismas que se están leyendo.
Lo poético es un acto de creación. No sólo se atrapa algo, se crea una
resultante emocional-imaginativa-racional-irracional.
El poeta apunta a eso. Pero si lo obtiene o no, o es para él decidirlo:
es para los demás. Mientras permanezca solo en él, no existe nada nuevo, nada
creado, con soporte material sí, pero nada que haya surgido donde antes no había. Y ese surgimiento, cuando surge, proviene de
las palabras mismas que fueron usadas en ese poema, y sólo se lo puede re atrapar,
leyendo otra vez ese poema, esas mismas palabras, o es un galope muerto.
La crítica literaria es solo una ayuda de buen vecino a la lectura. O
es nada.
Los que hayan leído a Marx en el tomo I de El Capital, y lo hayan
entendido, podrán entender también, sin problemas, esto de producción y
creación: hay un proceso de trabajo de transformación de materias, en la
producción, y hay un proceso de producción de valor, en la forma mercantil de
la relaciones humanas en la producción, y hay allí subsumido, en las forma
mercantil capitalista, un proceso de creación de plusvalía.
Hay un proceso de producción y control de comunicaciones para con los
demás o para con uno mismo cuando usamos las palabras, y hay un proceso de
creación de lo poético cuando las usamos en ciframiento poético si es que se lo
ha logrado.
¿Cuál es la diferencia?
Sólo de cantidad. La creación de plusvalía en la sociedad capitalista moderna, bajo formas políticas democráticas de diferentes tipos o formas no democráticas, es un hecho diario, cotidiano, esencial, y oculto, que rige y comanda todo el sistema de producción moderno.
En cambio la creación de lo poético es un hecho no cotidiano, relativamente escaso, no esencial, pero también oculto, (a pesar de los miles y miles de textos literarios que se producen), que no rige ni comanda nada, superfluo pero significativo: de una manera distinta que en el caso anterior, el ser humano moderno poco a poco va con lo poético emergiendo de su pasado de tinieblas.
La creación de lo poético está del lado del arte, la producción de los textos está del lado de la artesanía.
Y ya podemos vislumbrar cómo se puede atrapar lo poético aún en decires
en palabras que ni siquiera son poesía: en novela, en cuento, en teatro; y en
algunos que ni siquiera se dijeron como literatura. Así como hay mucha poesía
simplemente destinada al matadero.
En “Residencia en la tierra” Neruda fue eximio en el manejo de las
palabras, en la producción de los textos, y fue un creador de un mundo nuevo
extraordinario en palabras, el mundo residenciario, y las atmósferas
emocionales sentimentales imaginativas racionales e irracionales atrapadas son
tantas y tan variadas en los distintos momentos de las residencias, que tal vez
por eso se necesita una ayuda para mejor percibirlas; o toda ayuda es bien
recibida. Y recuérdese: aquí tratamos del texto literario, y no de la vida de
Neruda.
Y entonces diré lo prometido, para lo cual todo ese adendum anterior:
En estas entregas casi se hablará solamente del contenido formado en “Residencia
en la tierra”, y no mucho de todo lo demás. Por cinco razones:
1.- No hay tiempo. Hacerlo todo para con un solo poema residenciario
puede llevar de cien a cuatrocientas páginas, según el poema de que se trate.
2.- Es el análisis de contenido formado, sobre todo al tratar “Residencia
en la tierra” el que ha sido absolutamente deficiente hasta ahora, por lo cual
los otros análisis también dejan mucho que desear.
3.- Esclareciendo el contenido formado, ya muchos otros analistas
podrán continuar con la tarea.
4.- A quién de verdad se pretende ayudar es al lector común y
corriente, que tiene poco tiempo, no es especialista, y siempre una ayuda
sincera la recibirá como regalo de pascua, sobre textos cuyas formas de decir
son complejas y siguen siendo un excepción en poesía castellana.
5.- Como el análisis del contenido formado de “Residencia en la tierra” ha sido lo
más mal tratado de todo hasta el momento, ya va siendo hora que a nuestro poeta
mayor y a su obra mayor, la tratemos con más cariño y simpatía, y avancemos en
ella, que ya han pasado casi 80 años que fue publicada en su totalidad.
Décima entrega
21-junio-2012
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