miércoles, 6 de junio de 2012

11 Monzón de mayo y su función estructural en Residencia en la tierra 1 de Pablo Neruda

 
 
 







Apartado 11
(entrega avisada en apartado 09)
frf
 
fernando reyes franzani
 
  
 

   
Análisis de los contenidos formados
de ‘Monzón de mayo’
 
  
 


  
 
Análisis simultáneo de los contenidos formados de su apariencia necesaria y de su esencia rectora.
 
Su orden estructural: inmediato anterior a ‘Tango del viudo’ y posterior de ‘Diurno doliente’.
 
Poema que pertenece a la sección 1.1, escrito en verso no en cursiva. En la voz del hablante residenciario.
 
Ya sabemos, por las entregas anteriores, que no se debe analizar con seriedad un poema de “Residencia en la tierra 1”, como si fuera un poema aislado: estos poemas no son papas al interior de un saco de patatas. Son textos al interior de una estructura unitaria, armoniosamente urdidos en esa estructura y soportándola. En Residencia en la tierra 1, Pablo Neruda no sólo escribió 33 poemas; en realidad, estructuró un solo poema presentado en 33 joyas, distribuidas en, en lo superficial, 4 secciones, y en lo estructural distribuidos de acuerdo al orden finalmente descubierto según las claves que el propio Neruda dejó en los textos.
 
Aquí presentaremos el análisis completo de Monzón de mayo, pero exclusivamente referido a su contenido formado. Otra vez volveremos a ver el juego nerudiano residenciario de las intratextualidades, y otra vez cómo un poema residenciario es simultáneamente su aspecto aparente, como su función estructural.
 
‘Monzón de mayo’ primero se llamó <Monzón de junio>. El cambio de título no se debe a cierta incertidumbre en el régimen de los monzones, (que el joven Neruda hubiera podido sufrir, lo cual ha sido sugerido como explicación), sino, con seguridad a que, adelanto, ‘EL DESHABITADO’, el texto a continuación de ‘Tango del viudo’, está “cubierto por el mes de junio”; así: ése fue un cambio para ordenar el orden temporal residenciario, y permitir aquel “qué amenazadores me parecen los nombres de los meses” contenido en el poema de la separación. Se debe por tanto a una eufonía de contenido. (Lo interesante es que el tiempo que va de mayo a junio se aparece así como el verdadero tiempo central de “Residencia en la tierra 1”: el tiempo de su presente verdadero).
 
‘Monzón de mayo’ es también un poema de presentimientos, y no tanto de dolor, o angustia, sino más bien desánimo, agobio resignado, cansancio, en la víspera del desenlace, poema que sigue, varía, ecoiza a ‘Débil del alba’. Es un ‘Débil del alba’ residenciado.
 
Donde si bien el sentimiento es casi el mismo, el entorno ha cambiado, y de ahí las diferencias. Allá era el comienzo del ensimismamiento, acá es el presentimiento del retorno a la soledad.
 
El texto es una alegoría donde refiriendo uno de esos días de Monzón, pero uno para nada de impetuoso, en realidad se canta la situación del amante con su amada y a la lluvia-viento del Monzón cumpliendo los designios separadores.
 
Hay un extraño e intencionado isomorfismo entre las imágenes con que se describe ese día de Monzón y las cualidades que hemos aprendido del hablante y su amada. Es como si el hablante estuviera luchando, sin fuerzas, contra el Monzón, y hasta haciéndose ese día de Monzón, y éste presentándose con las características de la amada, donde finalmente el día surge como la unidad del hablante y su estrella en desorden, y el Monzón hecho viento y lluvia destruyendo ese día, partiéndolo en mitades y atacándolas.
 
El Monzón aparece como el designio del dios de la substitución, el viento y el agua de ese Monzón los ejecutores de ese designio separador, y él y ella desunidos, partidos en mitades, en el día de la desunión.
 
Es un poema extraordinariamente bien logrado, y tanto que se hace difícil su elucidación textual verso por verso. Por eso que se está realizando esta aproximación indirecta, de mostrar cómo se asemeja a su equivalente durante el viaje por los sueños, y cómo se diferencia , sin entrar en detalles, y agregando que el poema es una alegorización del día del quiebre, usando esos isomorfismos de imágenes referidos arriba, para hablando de ese día de Monzón, en realidad se habla del día de la separación.
 
Nótese que la estrofa final es muy aclaradora de que se ha sustantivado un día, y ese día es atacado por la lluvia y el viento del monzón; donde la lluvia parte al día en dos y el viento lleno de agua ataca, (destruye) esas mitades separadas.
 
El problema es aquí que son muchas las líneas textuales que están jugando de manera simultánea.
 
Se comenzará por presentar las principales, en orden de aparición, si posible, sin intentar hilvanar una interpretación de modo simultáneo.
 
Para esto se presentará el poema con verso numerado, y se hará referencia a la numeración. La alegorización de ese día de la separación como el día del Monzón es total y completa en la primera estrofa. Ya la segunda y tercera, suponen otra estrategia de desarrollo, según es posible leerlo en los versos.
 
La primera estrofa:
 
  
 
  1        El viento de la estación, el viento verde,
 
  2        cargado de espacio y agua, entendido en desdichas,
 
  3        arrolla su bandera de lúgubre cuero;
 
  4        y de una desvanecida substancia, como dinero de limosna:
 
  5        así, plateado, frío, se ha cobijado un día,
 
  6        frágil como la espada de cristal de un gigante
 
  7        entre tanta fuerza que ampara su suspiro que teme,
 
  8        su lágrima al caer, su arena inútil,
 
  9        rodeado de poderes que cruzan y crujen,
 
10        como un hombre desnudo en una batalla,
 
11        levantando su ramo blanco, su certidumbre incierta,
 
12        su gota de sal trémula entre lo invadido.
 
  
 
Dejando fuera todas las sutilezas sintácticas, que no interesan demasiado en nuestro propósito inmediato, lo que la estrofa dice en prosa directa es:
 
Derivado del título se habla de un día de Monzón en un momento en que su viento cargado de aguas parece detenerse, y entonces el día se hace no como uno monzónico, sino uno debilucho. Por poco monzónico se lo trata de frágil, como una espada de cristal blandida por un gigante, (el verso 7 es magistral en lo nerudiano, dice ese día frágil, ya espada de cristal de gigante, está situado en medio de la fuerza monzónica que está momentáneamente tranquila pues el viento monzónico, como está detenido, es un “suspiro” (un viento) “que teme” (teme soplar), pero apenas le dé por soplar de nuevo volverán a desencadenarse las fuerzas monzónicas, que sólo por el momento están detenidas, “amparadas”, y la poca lluvia que permanece no es más que (verso 8) una lágrima, una arena inútil, en vez de tremendo vendaval). El verso 7, “entre tanta fuerza que ampara su suspiro que teme”, es de tal condensación que solo he visto similares en Quevedo.
 
(Repitamos su sentido: El Monzón es un viento potente en fuerza y lluvia, en realidad un fenómeno atmosférico de largo aliento en tiempo y espacio, pero en ese día se ha transformado en una brisa, en un “suspiro”, y como teme desplegarse, por eso, “su suspiro que teme”, está “amparando”, conteniendo su verdadera fuerza, y en medio de esa fuerza contenida está ese día debilucho “como una espada de cristal”); ya podemos imaginar qué ocurrirá tanto en lo directo del Monzón, como en lo alegorizado, cuando el viento y la lluvia del Monzón dejen de temer y desencadenen las fuerzas que por el momento están contenidas, “amparadas”).
 
Y ese día frágil, en forma de gigante inepto para la guerra está rodeado de poderes que cruzan y crujen, (la fuerza del monzón sólo temporalmente detenida), y por tanto está, (ya que tiene espada de cristal), como un hombre desnudo en una batalla, haciendo señas de su debilidad, agitando su pañuelo, acción que pareciera incierta, (si se salvará o no, en su rendimiento), por tanto es una gota de sal trémula, (de sal, de esperanza, fermento de vida, pero trémula, acobardada, pues está en medio de lo invadido: es decir el día debilucho está en medio de las fuerzas monzónicas, solo en ese momento como detenidas.
 
Sería como el tipo de poemas que dice Alonso son los poemas de los poetas clásicos: se dice algo concreto y coherente y el poeta aprovecharía de incorporar poéticamente sus sentimientos entre líneas pero en concordancia con lo concreto del decir. Desafortunadamente Alonso no analizó con detención este poema, hizo algunas consideraciones de tipo tan general que no dan para ser tomadas en cuenta de modo serio.
 
¿Qué hizo que Neruda se pusiera clásico y poetizara de algo tan concreto como un día de monzón acobardado? Olvidándose de la residenciación, de la estrella en desorden, de su ‘Diurno doliente’, de recién pasada la página?
 
No hay tal. Eso es lo textual. Veamos a lo que hay detrás:
 
En 1, hay una “estación” y el título del poema es ‘Monzón de mayo’: está por tanto refiriendo a un “día” en 5, de aquellos de “LA NOCHE DEL SOLDADO”, y no hace más que insistir en la misma “estación” que ya apareció en ‘Diurno doliente’, (el poema inmediato anterior), “Qué vapor de estación lúgubre”, y ambas refieren, a esas “Aguas de la noche, lágrimas del viejo Monzón, saliva salada caída como la espuma del caballo, y lenta de aumento, pobre de salpicadura, atónita de vuelo”. Esas que eran “horas de una sola estación”, (esa es la “estación” referida, la estación de los monzones, (en este caso, estación de = tiempo de),  y no una de trenes o de buses, como algunos analistas han sugerido), “y un día de formas diurnas y nocturnas está casi siempre detenido sobre mí”: es uno de esos días el que ahora se ha cobijado.
 
Y se refuerza pues en 8 hay una “lágrima”, que es una de las “lágrimas del viejo Monzón”, “lenta de aumento, pobre de salpicadura, atónita de vuelo”: ¿no notan que el Monzón de ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’ es tan debilucho como el ‘Monzón de mayo’?: ambos son de aumento lento, de salpicadura pobre, atónitos de vuelo.
 
Así vemos cómo el texto por sus intratextualidades en uso sigue el mismo tipo de desarrollo de la mayoría de los poemas residenciarios: Y en concreto este día de Monzón: ¡Es el mismo tipo de “día” de uno de esos días cuando el hablante fue a visitar muchachas de ojos y caderas jóvenes!
 
‘LA NOCHE DEL SOLDADO’ narró la historia. ‘Monzón de mayo’ la poetiza. Allí pasaron cosas tan importantes, y aunque hacía la noche del soldado, aún así, el hablante es poeta: este texto es la poetización, en su primera estrofa, de los sentimientos, emociones, dudas, cómo se sentía, cuando iba, o fue, de visita.
 
Signifique lo que signifique ‘Monzón de mayo’ en análisis de detalle, la constatación-prueba arriba establecida, es de importancia enorme: Haya escrito cuando lo haya y dónde lo haya hecho, Neruda no estaba escribiendo sobre su vida anecdótica del momento de la escritura, del día o semana de su presente inmediato: estaba escribiendo sobre un poema anterior: sobre ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’: estaba escribiendo al interior de la estructura residenciaria, formándola, aquélla que tenía en mente: ‘Monzón de mayo’ es otra prueba de que Neruda no era un poeta de la inmediatez sino de visiones de largo vuelo: ¡Nada de salpicaduras pobres!
 
Hasta es posible que en el momento de la escritura no hubiera nada de Monzón a la vista, (pero, tal vez sí, una calma después de una noche de tormenta), y hasta ya se hubiera separado de la amada, de la estrella en desorden, pero está escribiendo como si la separación no hubiera aún ocurrido, ¡Si está escribiendo como si aún no la hubiera conocido!: pues está escribiendo sobre el inicio de ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’; ¡y hasta tiene, probablemente, presente el texto de ‘Débil del alba’, y con seguridad, ante su escrutinio, el texto de ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’, y a continuación le cambió el nombre de junio a mayo, cuando escribió ‘EL DESHABITADO’, pues ya tiene también en papel, escrito, ‘Tango del viudo’ y ‘Juntos nosotros’.
 
Esto tiene un corolario, desconsolador, para muchos: la lectura en clave secuencial vida de Neruda es misleading. (Diría un Neruda que en su vida diaria por esa época no usaba más que inglés). Y, hasta referencias de largo alcance a la vida de Neruda, no tamizadas por las textualidades de la propia “Residencia en la tierra 1”, no dan en el blanco, salvo por casualidad. Y del mismo modo, textualidades de poemas que aún no se han hecho presentes en la estructura residenciaria son como explicar el presente por el futuro.
 
Si no se le toma el peso a esto, se hace imposible explicar por qué los textos de Wellawatta, no contienen palabras en inglés, cuando el único idioma diario que usaba era aquél. (Y es altamente probable que esté en lo geográfico climático describiendo un día de Monzón en Ceilán, pues allí confluyen dos Monzones y producen de verdad uno de esos días).
 
En realidad Neruda está escribiendo “Residencia en la tierra 1”, del mismo modo en que un músico escribiría una Sonata para piano y violín. No se le ocurría introducir de pronto un clarinete, por mucho que le fascinara su sonido, y una vez fijados los temas contrastantes y sus llaves, lo que queda son variaciones bastante bien delimitadas en su estructura por las posibilidades de variación melódica y rítmica de las frases principales y temas, y oportunidades sonoras que brindan los instrumentos elegidos; no se le ocurriría introducir un nuevo tema por muy bello que le pareciera, a menos que se dé el trabajo de reestructurar todo y comenzar de nuevo: todo lo cual vale para cuando escribe el primer movimiento, el movimiento de sonata.
 
(En analogía: “Oda tórrida” tenía que ser dejada fuera). (Y si alguien hace referencia a los tres movimientos que faltan: bueno, la poesía no es música).
   
Continuemos con las referencias:
 
En 3 la “bandera de lúgubre cuero” es la resimbolización del ‘pálido palio’ de ‘Diurno doliente’ bajo su forma de paño, pañuelo, de viento de metal que vive solo, ahora como características del viento del Monzón de mayo, y que reaparecerá en 11 como “ramo blanco”, levantado ya definitivamente como acción del poeta alegorizado en gigante inútil para el combate; y es también una referencia directa a la “bandera revuelta” que pueden leer en “su empuje de brasa, de bandera revuelta” de ‘Juntos nosotros’.
 
En 4 se hace referencia a “una desvanecida sustancia, como dinero de limosna”, ¿qué puede haber detrás de aquello? Por aquella época el dinero era oro, o más bien, el oro hacía de dinero. (De paso, en la tierra residenciaria hay dinero). Y antes, veamos las sugerencias implícitas de la referencia, que surgen de haber hecho el símil de que siendo el día de una substancia como dinero de limosna, quedan soportadas, y se esparcirán en el texto de la primera estrofa: El día queda con las cualidades del dinero de limosna y los actuantes en ese día se las apropian. Muy adecuado, en la construcción de imágenes residenciarias:
 
 
“Una desvanecida substancia, como dinero de limosna”
 
 
 






Una desvanecida substancia, como dinero de limosna


Dinero de limosna

Oro







Substancia
Substancia


Desvanecida
Concentrada


Relativamente escasa
Relativamente abundante


Plateada
Amarilla


Fría
Caliente


Oculta
Pública


Débil
Potente


Frágil
Fuerte


Quebradiza
Dura


De vidrio
Metálica


Sal trémula

Sal activa






 
  
Este cuadro evita decenas de palabras. Pero por qué se trajo a colación ese símil, ciertamente que muy adecuado en lo aparente, lo que se ve, en lo implícito, en lo que hay detrás, debajo, en lo alegórico?
 
En ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’, inmediato a ese “Entonces, de cuando en cuando, visito”, el hablante se ha descrito como “despojado … de mi piel de oro”, y a la estrella en desorden, que por ‘EL JOVEN MONARCA’ sabemos que posee “un sitio de oros defendidos por sistema y matemática ciencia guerrera.”, en el día del encuentro, se la describe: “como un adversario desgraciado, de miembros demasiado espesos y débiles, de ondulación indefensa:”, y por tanto ya no tiene su sitio de oros defendido. Es decir, en ese día ambos están despojados de sus oros, y son, por tanto, ambos de desvanecida substancia, es decir, dinero de limosna.
 
¿Se dan cuenta que ese día está hecho de las cualidades circunstanciales, fortuitas, de los que se encontrarán? Del mismo modo ellos están así, porque se encuentran en un día con esas características. Ese día está alegorizando a ambos.
 
Y como en 2, se ha dicho que el viento es “entendido en desdichas”, es decir sabe de las desdichas de ambos, hace de alcahuete, se retira, y da paso a ese día con características adecuadas para el encuentro.
 
En 6. ese día es “frágil como la espada de cristal de un gigante”: se hace frágil porque es dinero de limosna, y por tanto adecuadamente, si aparece una espada, esa espada es de cristal, lo cual queda armonizado con que en ‘Diurno doliente’ el hablante recordó que tiene “un rostro de cristal”, porque está usando una máscara frágil, la del soldado. ¿y por qué aparece la espada y el gigante? En la alegorización del día como hablante a través de las cualidades del hablante en ese momento, la espada era necesaria, pues él es poeta, que blande la espada, (entre indefensos en ‘Galope muerto’), pero ahora esta espada, su fuerza poética, su misión profética, ya que la espada simboliza aquello, está débil, está haciendo ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’, ya que en ese momento está “despojado de su piel de oro”. Como ven, nada está quedando al azar: el día está emulando al hablante en ese momento, y el hablante emuló a ese día cuando hizo esa noche, la del soldado. (Como aún es de día, aún no hace la noche, aún no se encuentra con la estrella en desorden).
 
¿Y por qué gigante? A estas alturas del partido no es posible salir con modulaciones explicativas desde afuera: eso echa a perder la sonata, a menos que esté inmerso en la simbología universal, y ni así, por lo que no saldré con aquello de Goliat.
 
Pero aquí se está, a través del día, alegorizando al hablante, a lo que será el hablante cuando el día se desarrolle en noche, y desde allí, sí se encuentra la explicación, la textualidad de referencia: el hablante en ‘Juntos nosotros’ será como un “gigante”, por tanto este día aparece como lo que será el hablante más adelante. ¿No habían notado que en ‘Juntos nosotros’ el hablante aparece como “gigante”? Véanlo: “mi simétrica estatua de piernas gemelas / sube hacia estrellas húmedas cada mañana”: una estatua que llega hasta las estrellas es una estatua gigante.
 
En 10, ese día que es como un gigante con espada de cristal, es decir, un soldado inepto, uno que sólo hace de soldado pero no lo es, adecuadamente se lo describe, en la variante de “como un hombre desnudo en una batalla”, pero alegoriza al hablante que sólo poco más adelante estará desnudo en una batalla, ¿o no?, y hasta le sacará los collares, todos, a la estrella en desorden, que será “un adversario desgraciado”, “de ondulación indefensa.”. Por tanto: Habrá batalla: él se beberá su remedio vivo, (el de ella), y ella se transformará en la “estrella en desorden”.
 
Ya sólo queda en 11, “ramo blanco”, y en 12 “lo invadido”. Más fácil y directo es referir “lo invadido”, viene de ‘Débil del alba’, donde el hablante estaba “en medio de lo invadido”, aquí está “entre lo invadido”. Eso tiene que ver, que si se está en batalla algo ha invadido, ¿no les parece?, pero el decir apunta a que el hablante estará otra vez como estuvo en ‘Débil del alba’. Y levantar “el ramo blanco” es simplemente darse por vencido, agitar la bandera de rendición, porque el hablante caerá rendido ante la estrella en desorden, y en lo alegórico, es blanco, no solo porque el palio de la rendición lo es, sino porque, si leen, ‘Juntos nosotros’, ella es blanca y él es blanco: “tu órbita de blanco”, (ella); y “mi cara blanca”, él.
 
Ahora es posible realizar sin dificultad la exégesis de la primera estrofa, es decir referir sus contenidos formados, que es leer en tres planos simultáneos: el aparente directo: el día del monzón; la alegorización del hablante en ese día del monzón: el momento del Monzón en ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’; y, finalmente, las textualidades que realizan la transformación de lo aparente en su contenido formado residenciario: su encuentro con la estrella en desorden en ese día. Eso ya no es más que buena redacción y retórica. Lo dejaremos como tarea para la casa.
 
Segunda estrofa: (Cuando la lean, noten, por favor adelanten, que hay como una especie de cantata fugada entre lo principal: los pensamientos del hablante en el día del Monzón y hacia la amada; y hacia el mismo Monzón, lo completamente secundario y a penas en sordina: de 13 a 16; el hablante correlacionando de modo débil alguna característica de ese día con la amada, pero en realidad hablando de su amada: de 17 a 19; y una impersonal reflexión correlacionando el hablante con su amada, en 20; y la conclusión en 21 a 22 que hace a 20 como la situación del día del Monzón: algo vencido de muerte).
 
  
13        “Qué reposo emprender, qué pobre esperanza amar,
 
14        con tan débil llama y tan fugitivo fuego?
 
15        Contra qué levantar el hacha hambrienta?
 
16        De qué materia desposeer, huir de qué rayo?
 
17        Su luz apenas hecha de longitud y temblor
 
18        arrastra como cola de traje de novia triste
 
19        aderezada de sueño mortal y palidez.
 
20        Porque todo aquello que la sombra tocó y ambicionó el desorden
  
21       gravita, líquido, suspendido, desprovisto de paz,
 
22       indefenso entre espacios, vencido de muerte.”
 
  
Aquí la estrategia de desarrollo cambia. Ya no habla directamente del día debilucho en los cuatro versos iniciales de la estrofa, (salvo, tal vez, en el final del 16: “huir de qué rayo”, y eso a penas como resonancia), sino directamente refiere a su situación en relación a su amada, en ese día de encuentro permitido por ese viento débil entendido en desdichas, cuando su suspiro que teme, deje de temer, y las fuerzas contenidas, las amparadas, se desaten sobre el día, (día ya como simbolización de él y ella), y el Monzón de mayo se desate como el dios de la substitución que está alegorizando:
 
Por eso el hablante dice “Qué reposo emprender, qué pobre esperanza amar / con tan débil llama, y tan fugitivo fuego?”
 
Entiéndase primero el segundo verso de los citados, y el primero se hará claro y transparente: la “tan débil llama” es eso de “algo de brasa abandonada que se gasta sola” del párrafo final de ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’, y el “tan fugitivo fuego” es la estrella en desorden que en el poema de la residenciación fue descrita como “la fugitiva criatura” y es de fuego, eso que es fugitivo, porque además la refirió como con “dulces energía”, y porque además es una “estrella” hecha “de sol” en el verso inicial de ‘Juntos nosotros’.
 
Y por tanto esos dos versos dicen: ¿qué tranquilidad puedo tener, a qué esperanza atenerme con mi amada que es de “precipitada fuga tiránica” si toda la relación con ella, permitida por el Monzón, siempre ha terminado en algo de brasa abandonada que se gasta sola en medio de cosas funerales?
 
Y el hablante declara su impotencia en medio de su deseo de retenerla: “Contra qué levantar el hacha hambrienta?” Nótese la inmensidad de su deseo de conservarla, designado por una “hacha hambrienta”, (y es hacha en consonancia de que está en medio de una batalla, en medio de lo invadido), pero no sabe contra qué dirigir su lucha, o más bien que su lucha, aunque supiera contra qué dirigirla, contra qué blandir el hacha, es impotente, pues a penas el “suspiro deje de temer” el Monzón se desatará y destruirá al día: a ese día que es él y su amada.
 
Ya se nota de modo evidente el cambio de estrategia: en la primera estrofa lo directamente poetizado era ese día tan especial de Monzón, y por debajo estaba, en lo asordinado, él, y los días del encuentro con la estrella en desorden. En cambio en la segunda estrofa lo directo es él con su amada y los problemas de la relación, y por debajo, en lo asordinado, el Monzón contenido, listo para desatarse otra vez.
 
(Pero como contra monzones no se lucha con hachas hambrientas, ya empieza a ser transparente que ese Monzón no es más que una alegoría del dios de la substitución, listo para llamarlo al orden; y por supuesto que ese día debilucho no podrá nada contra el Monzón desatado; es decir la estrella en desorden será separada del hablante poeta y la misión profética triunfará sobre el amor).

Por eso que el hablante continúa con, verso 16: “De qué materia desposeer, huir de qué rayo?” que no es más que una reiteración retórica del verso inmediato anterior, pero avanza hacia el dilema “De qué materia desposeer”: es el dilema entre poesía o amor: se deshace de su material de oro, (de su piel de oro), o de su máscara de soldado? y huir de qué rayo, retorna al poder del Monzón: imposible de soslayar, como un dios de la substitución (un Zeus), alcanzándolo con sus rayos:

La estrella en desorden, la estatua floral, no tiene ninguna chance de ganar, pues los rayos de ella, serán los que deben ser huidos: (ya que ella es la responsable por ser una fugitiva criatura, una oveja salvaje de precipitada fuga tiránica, que el hablante no pudo domesticar.


17        Su luz apenas hecha de longitud y temblor
 
18        arrastra como cola de traje de novia triste
 
19        aderezada de sueño mortal y palidez.
 
  
Pareciera que el hablante retorna a cantar ese día debilucho, y de él pareciera hablar al decir “Su luz hecha de longitud y temblor” pero en realidad está simultáneamente hablando de ese día debilucho y de su estrella en desorden: ya que en ‘Juntos nosotros’ dijo que ella o su cabeza se adelgazaba en cabellos cuya forma “se desploma de súbito en hilos lineales”, y poco antes, en la misma estrofa final, su empuje de brasa estaba “subiendo temblando”: como ven: hilos lineales y temblando hacen a una luz que está apenas hecha de longitud y temblor, por tanto está refiriendo a la luz de la estrella en desorden; (y obvio que una estrella, en desorden o muy ordenada, da lo mismo, emite luz): es ese día debilucho el que está comenzando a simbolizar su otro componente: la estrella en desorden, (la otra parte de ese día debilucho es el mismo hablante, no olvidar, según lo alegorizó en la primera estrofa).
 
Por eso mismo es que ese día-estrella-en-desorden de luz hecha a penas de longitud y temblor, “arrastra como cola de traje de novia triste”, ya que esas colas de trajes de novia parecieran hechas cuando arrastran “de longitud y temblor”, pero esta es una novia triste: “triste” porque si bien él dijo “quiero casarme con la más bella de Mandalay”, al parecer, no cumplirá su deseo, no la desposará, y por tanto, ella, será una novia “triste”, una novia despechada. (Según la sabiduría de los boleros machistas: él se va, pero ella queda triste: al modo de “nosotros que nos queremos tanto debemos separarnos… en nombre de este amor y por tu bien… etc., etc.).
 
{Al joven Neruda no le entusiasmaban las canciones populares, pero usa mucho de la simbología de ellas, ¿no les parece? Podría pensarse que aquello contribuye fuertemente al encanto de muchos de estos poemas residenciarios: habría que profundizar de modo serio en esta materia.}
 
También es cierto que una novia triste puede ser aquella que no quiere casarse, y lo está haciendo por obligación: como en “Blanca y radiante va la novia”.
 
Como sea: el asunto es que ese día-estatua-floral-novia va: “aderezada de sueño mortal y palidez”. Sueño mortal son esperanzas que morirán, ya que ese día debilucho, a penas el Monzón contenido, amparadas sus fuerzas por el suspiro que teme, (el viento contenido de ese día), se desate, ese día se verá destruido; pero también sueño mortal son esperanzas que matan, (ambas cosas), ya que si se cumplen, (las de la novia en casarse), el hablante poeta habrá perdido, dejará de cumplir su misión profética.
 
En cualquiera de esas alternativas, ese día-novia-estrella-en-desorden va aderezado de “palidez”: definitivamente aquello no tiene vuelta, ya que sabemos qué significa “palidez” en lo residenciario: va con el color de la muerte: el día será destruido: no hay esperanzas para la relación del hablante haciendo la noche del soldado y su estrella en desorden: a penas el Monzón se desate. (Y no olvidar que la estrella en desorden fue referida como “una rueda pálida” en ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’).
 
Y el final de la estrofa corrobora todo aquello:
 
  
20        Porque todo aquello que la sombra tocó y ambicionó el desorden
 
21        gravita, líquido, suspendido, desprovisto de paz,
 
22        indefenso entre espacios, vencido de muerte.”
 
  
En 20, la “sombra” es el hablante que ambicionó el desorden, (la estrella en desorden), la que lo desordenó de su camino de cumplimiento de su misión profética, y todo lo que él tocó, (como “sombra”), no fue más que la estrella en desorden. Y el hablante es “sombra” porque estaba desprendido de su piel de oro, en una piel de soldado “sinceramente oscuro”. Pero existe el dejo, (ya expresado en “hacha hambrienta”) de que el hablante poeta “ambicionó” aquello, y por tanto es doloroso darse cuenta que está a punto de perderlo.
 
Y 21 y 22, es retornar al día debilucho en medio del Monzón detenido: ese día gravita líquido suspendido desprovisto de paz, indefenso entre espacios, vencido de muerte. Todo extremadamente ominoso, ya que ese día se ha transformado en la relación de él con ella, y esa relación está vencida de muerte, porque ese día está vencido de muerte, ya que el Monzón solo está temporalmente “suspendido”.
 
Y es además referir a la estrella en desorden, él la ambicionó, y tocó el desorden: directo: tocó a la estrella en desorden. Y es ella igualmente entonces la que ahora es esa otra parte del día: gravita líquida, ella, (en ‘Juntos nosotros’ fue una estrella húmeda), suspendida, desprovista de paz, (novia triste), indefensa entre espacios, vencida de muerte: porque esta es una guerra entre amor u obra, y vencerá el dios de la sustitución: la obra. (indefensa porque su sitio de oros ya no está defendido por ciencia guerrera) entre los espacios del monzón: ese día débil.
 
Llegamos a la tercera estrofa y final, donde, hacia el futuro próximo, se predice la destrucción del día partido en mitades:
 
  
23        “Ay, y es el destino de un día que fue esperado
 
24        hacia el que corrían cartas, embarcaciones, negocios,
 
25        morir, sedentario y húmedo, sin su propio cielo.
 
26        Dónde está su toldo de olor, su profundo follaje,
 
27        su rápido celaje de brasa, su respiración viva?
 
26        Inmóvil, vestido de un fulgor moribundo y una escama opaca,
 
27        verá partir la lluvia sus mitades
 
28        y al viento nutrido de aguas atacarlas.”
 
  
En 23, es el “destino”, las fuerzas ocultas de la tragedia, a pesar que fue un día “que fue esperado”: Por supuesto que “esperado”, ya que refiere al día de la residenciación, el día de la culminación del viaje de la noche por los sueños, (esas son las embarcaciones de 24, en plural por el singular del “buque” de ‘Colección nocturna’); el día que al final de la segunda estrofa del texto inmediato anterior ‘Diurno doliente’, fue referido como el tiempo, en la espera, “del amor celestial que pasa volando”: es por tanto el día de la residenciación y el amor.
 
En 25, ese día no tiene su propio cielo, es “sin su propio cielo”, por cuanto el hablante no está situado en el cielo como poeta sino como haciendo la noche del soldado, por lo tanto su cielo, no es propio, de él, de ese día, sino es un cielo prestado. Y hacia ese día de la residenciación corrían, (en él se juntan), “negocios”, puesto que allí hubo “mercaderes mahometanos”; embarcaciones, (ya sabemos que refiere al buque); “morir” refiere al hacerse como ceniza, morir y renacer, cambiar de máscara, “flores pálidas y pesadas / tenazmente substituidas y difuntas”; “sedentario”, porque fue el día en que dejó de viajar y se residenció; “húmedo”, porque en ese día, “cae del calor del cielo una impregnación callada como el sudor”; y “cartas”, porque en ‘Comunicaciones desmentidas’ hay “la carta de amor, pálida de papel y temor”, esa que más adelante “sustrajo su araña trémula que apenas teje y sin cesar desteje y teje”; pero que aquí es solamente “la carta de amor, pálida de papel y temor”, (bueno, otra vez se lo dijo en plural, por una sola carta), (y es también una comunicación desmentida), y es la carta, sin duda, aquí anticipada, mezclando el día del inicio con el día del final, de ‘Tango del viudo’, que, a versos apenas del momento de su despliegue, por fin ya fue enviada.
 
A contrario de lo que sostienen sin contrapeso algunos analistas, los versos “hacia el que corrían cartas, embarcaciones, negocios, / morir, sedentario y húmedo, sin su propio cielo.”, no contienen una enumeración caótica, salvo en su apariencia, apariencia reforzada porque el orden de la enumeración es arbitrario. Los componentes de la serie, otra vez, fueron elegidos con precisión de entre lo más relevante del viaje en su parte que va desde el día de la residenciación hasta el momento del presente del poema.
 
Por supuesto que la expresión “corrían” no es más que esa inversión residenciaria pues no eran esas cosas las que corrían sino el hablante a través de esas cosas él que iba hacia este día debilucho, que está a punto de naufragar con la relación de los amantes como su único pasajero:
 
Por todo eso es que el hablante se pregunta de modo retórico:
 
 
26        Dónde está su toldo de olor, su profundo follaje,
 
27        su rápido celaje de brasa, su respiración viva?
 
  
Donde ya no es el día del inicio, sino, bruscamente se ha transformado en el día del final, y son ambos a la vez, pues ¿ Dónde está su todo de olor, su profundo follaje?: su toldo de olor es lo mismo que el “pálido palio” que llevaba sobre sí en ‘Diurno doliente’, que por pálido, allá, aquí ya está desaparecido; y su “profundo follaje” refiere igualmente a ese mismo poema: “lo fresco que baja del árbol”, así es que ya sabemos que refieren a la estrella en desorden, y por supuesto que refieren también al día debilucho que hizo posible el encuentro.
 
“su rápido celaje de brasa”, es el “algo de brasa abandonada que se gasta sola” por eso que es rápido, se desaparece rápido, se gasta rápido, y el celaje, es algo que se ve en el cielo: una estrella en desorden por ejemplo. Y “su respiración viva” refiere al mismo hablante que en esos días, o día referido, de ‘LA NOCHE DEL SOLDADO’, dijo, “Voy respirando como hijo hasta el corazón de un método obligatorio” cuando se despojó de su piel de oro.
 
Por tanto la pregunta realmente dice: ¿Dónde está ella?, ¿Dónde estoy yo?, ¿En qué quedó ese día?
 
y la respuesta es:
 
 
26       Inmóvil, vestido de un fulgor moribundo y una escama opaca,
 
27      verá partir la lluvia sus mitades
 
28        y al viento nutrido de aguas atacarlas.”
 
  
que pareciera referir al día debilucho, y ciertamente que lo hace, cuando las fuerzas amparadas, (por el suspiro que teme), se desatan, dejan de estar contenidas y el Monzón se descarga, y ese día se transforma en día de Monzón desatado.
 
Pero simultáneamente, como el hablante y la estrella en desorden se alegorizaron en ese día, están simbolizados en ese día, el dios de la substitución, el dios de los rayos, el dios de la misión profética, resimbolizado en el Monzón, y ya desatado, con su lluvia, partirá al día en mitades, es decir, separará el hablante de su estrella en desorden, y con su viento, (nutrido de lluvia, de aguas), atacar esas mitades separadas (partidas), destruir el día, y con ello, destruir el amor del poeta residenciario por su estrella en desorden; y si no al amor: los separará para siempre, a pesar que se amen, para que el poeta residenciario pueda cumplir su misión profética.
 
El poema describe de modo alegorizado en ese día de Monzón, tanto el comienzo de la relación del hablante en piel de soldado con la estrella en desorden como pronostica la imposibilidad de ese amor.
 
El día esperado de la residenciación será también un día de dolor, pues se está en una guerra de vida o muerte.
 
‘Monzón de mayo’ lo hemos esclarecido en su función estructural.
 
La cual habría sido casi imposible de elucidar si previamente no se hubiera esclarecido la estructura de “Residencia en la tierra 1”, y el orden estructural de los poemas.
 
Si del análisis retiran todo lo dicho referente a las alegorizaciones, entonces lo que queda es ‘Monzón de mayo’ en su apariencia, un poema que canta un día extraño de monzón, y nada más: y muy bien que lo hace por lo demás. El poema es extraordinariamente bello tanto en su pura apariencia como es su determinación estructural, que incorpora ambas funciones: la aparente y la esencial.
 
Han vuelto a ver cómo el joven Neruda era un maestro genial en el uso de las intratextualidades; cada uno de estos poemas no es más que una ola hecha de todas las olas: siempre, casi siempre: la misma ola desplegándose sobre sí misma.
 
“Residencia en la tierra”, y la mayoría de sus poemas, ha sido muy maltratada por la crítica académica canónica. Es tiempo de continuar llenando el espacio vacío con análisis de detalles poema por poema verso por verso. Así después se podrá llegar a conclusiones valederas que vayan más allá de esas generalizaciones algo vacuas que hasta hoy prevalecen.
 
Como poema estructuralmente determinado no es diferente de ‘Ángela adónica’, ni de ‘Entierro en el este’ ni de ninguno de los ya analizados para fines estructurales: todos ellos son algo en su apariencia y otra cosa en su esencia, y ambas cosas en su determinación estructural.
 
En realidad eso ya se sabía desde ‘Galope muerto’, pero allí era una sospecha, de que esa manera de construcción de los poemas, se continuaría. Ahora está confirmada esa sospecha.
 
  
 
Apartado 11
frf
22-junio-2012






 
    
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